Lo que el genoma del ajolote puede enseñarle a la medicina humana
Lo que el genoma del ajolote
puede enseñarle a la medicina humana
El ajolote es un
alegre anfibio con cuatro patas, una corona de agallas de textura plumosa y una
larga aleta caudal ahusada. Puede tener un color rosa pálido o ser dorado, gris
o negro, moteado o liso, y su expresión facial es parecida a la del emoji ligeramente sonriente. Esta criatura es inusual
entre los anfibios porque no pasa por una metamorfosis: alcanza la madurez
sexual y pasa toda su vida como un bebé renacuajo gigante.
De acuerdo con una leyenda
azteca, la primera de
estas salamandras sonrientes era un dios que tomó esa forma para evitar que lo
sacrificaran, de ahí su nombre en náhuatl, axólotl. Actualmente,
los ajolotes enfrentan un futuro incierto. Solo pueden encontrarse en los
canales del lago de Xochimilco, en el extremo sur de Ciudad de México, donde se han
visto afectados por la degradación de su hábitat y la introducción al canal de
peces que se comen las plantas donde los ajolotes dejan sus huevos.
Muchos
animales son capaces de llevar a cabo algún tipo de regeneración, pero parece
que los ajolotes no tienen prácticamente límites en su capacidad de hacerlo.
Mientras no les corten la cabeza, pueden “crear una réplica casi perfecta” de
casi cualquier parte de su cuerpo, incluida hasta la mitad de su cerebro,
explicó Jeramiah Smith, profesor adjunto de Biología en la Universidad de
Kentucky y autor del nuevo artículo. Para entender la manera en que
desarrollaron estos superpoderes curativos, Smith y sus colegas revisaron el
ADN del anfibio.Sin embargo, los ajolotes en cautiverio prosperan ahora en
laboratorios alrededor del mundo. En un artículo publicado el 24 de enero en Genome Research, un equipo de investigadores informó sobre el mapeo
más exhaustivo del ADN del anfibio hasta el momento. Ese trabajo abre camino
para futuros avances en la medicina humana regenerativa.
El tamaño de su
genoma es diez veces mayor que el del humano, por lo que no fue una hazaña
sencilla analizar el mapa genético del ajolote. “Es enorme”, dijo Melissa
Keinath, becaria posdoctoral en el Instituto Carnegie para las Ciencias en
Baltimore y coautora del artículo.
A partir de un estudio anterior, Keinath y sus colegas hicieron un mapa
de más de 100.000 partes del ADN y los agruparon según sus cromosomas, las
estructuras que contienen el material genético en el núcleo de cada célula. El
genoma que reunieron del ajolote es el más amplio que se haya recopilado con
este nivel de detalle.
Los científicos usaron
un enfoque llamado mapeo genético por vinculación, que aprovecha el hecho de
que las secuencias de ADN que son físicamente cercanas en un cromosoma suelen
heredarse juntas.
Para identificar al
ADN específico del ajolote, los investigadores contrastaron a los ajolotes con
salamandras tigre, familiares cercanos. Cruzaron a los ajolotes con las
salamandras tigre y después compararon estos híbridos de primera generación con
los ajolotes puros.
Tras dar seguimiento a
los patrones de la herencia genética en 48 de estos híbridos de segunda
generación, los investigadores pudieron inferir qué secuencias de ADN
pertenecían a los ajolotes y en dónde se encontraban físicamente junto a los
catorce cromosomas del anfibio (los humanos tienen un mayor número de
cromosomas, pero los del ajolote son mucho más grandes).
Fue como “juntar
catorce rompecabezas lineales”, dijo Randal Voss, profesor de Neurociencia en
la Universidad de Kentucky y coautor del estudio.
En el proceso de
validar sus resultados, identificaron una mutación genética que provoca una
deficiencia cardiaca comúnmente estudiada en los ajolotes, por lo cual su
investigación acelerará el proceso futuro para escanear el genoma del ajolote
en busca de mutaciones.
Saber cómo se
posiciona el ADN a lo largo de los cromosomas del anfibio fundamentalmente
“permite empezar a pensar en las funciones y en cómo se regulan los genes”,
dijo Voss. Gran parte del genoma, por ejemplo, consiste en secuencias de ADN no
codificantes que activan y deshabilitan a genes específicos. A menudo, estas
secuencias no codificantes se presentan en los mismos cromosomas que las de
genes con los que interactúan.
“En cuanto se conozcan
estas relaciones, podremos hacer preguntas acerca de si el mismo tipo de
controles aparecen en otros animales, como los humanos”, dijo Jessica Whited,
profesora y experta en regeneración de extremidades en la Facultad de Medicina
de Harvard, quien no participó en el estudio.
Explicó que eso
ayudará a que los científicos entiendan si hay maneras predecibles de “hacer
que los humanos sean más como los ajolotes”, los fantásticos regeneradores del
reino animal.
Por
Fuente: The New York Times
https://www.nytimes.com
Lo que el genoma del ajolote puede enseñarle a la medicina humana
Reviewed by Takuto
on
febrero 03, 2019
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